Una pareja recorre las calles de la ciudad en buscade un piso y a su paso va observando los cartelesque en portales y ventanas dicen «SE VENDE» o «SEALQUILA», y después añaden: «RAZÓN: PORTERÍA».El portero, en efecto, habitualmente da razón delos datos fundamentales del piso en cuestión, comometros cuadrados, número de dormitorios y baños,orientación y precio. Y con frecuencia dispone delas llaves para enseñarlo a los interesados. Estelibro pregunta qué pasaría si esa misma pareja,en su deambular callejero, leyera un cartel que,a diferencia del primero, esta vez dijera: «SE VIVE,SE AMA, SE DESEA, SE SUFRE, SE ENVEJECE, SE MUERE.RAZÓN: PORTERÍA». ¿Quién no iría corriendo a pedirlerazones al portero que explicaran el sentido de esteextraño mundo?
Según Sócrates, la misión de la filosofía es logondidonai, que se traduce precisamente como «darrazón»: he aquí que los filósofos y los porterosse hermanan por sorpresa en igual cometidoclarificador. Con la diferencia de que hoy losfilósofos, perplejos, parecen que han extraviadola llave maestra que abre la puerta de la vida.