previó la figura de un Sumo Pontífice de la Humanidad, que instalaría su sede en París. No cabe duda de que Comte ideó ese cargo para ocuparlo él mismo. Él se tenía por una persona de cierta importancia, desde luego. En la ceremonia en la que se casó con su esposa, firmó con el nombre de «Brutus Napoleón Comte». Pero nunca llegó a alcanzar en vida (nació en 1798 y falleció de cáncer en 1857) la eminencia con la que soñó. Aun así, su iglesia se difundió de Francia a Gran Bretaña y a otros países europeos, y pasó luego a América Latina (hoy perdura todavía en Brasil), mientras que su filosofía impactó hondamente en destacados pensadores del siglo XIX. Aún hoy continúa ejerciendo una extendida, aunque apenas reconocida, influencia