Cursed

Por ellos. Solo por ellos

Verloren por el eterno farol de Velos, el dios de la sabiduría y la muerte. P

Märchenfeld, teníamos la tradición de romper un puñado de platos de arcilla justo antes de la ceremonia para espantar a los espíritus malignos. Sugeriría que empezáramos con eso, pero perderíamos a la mitad de nuestros invitados.

–Ningún ser oscuro jamás se asustó por un plato roto o un tazón de sopa. Pero la idea me divierte. –Esbozó una sonrisa tímida,

Te dejo con una última verdad… o una última mentira… y tú decidirás cuál es cuál.

¿Esa familia? ¿Ese pueblo? ¿Esos monstruos y esos dioses?

Todos vivieron felices hasta el fin de sus días.

Quizás ese sea el mensaje que la artista deseaba transmitir. Humanos, dioses, monstruos, todos somos víctimas del destino y la fortuna. Si la gran rueda se detendrá a nuestro favor, solo el tiempo lo dirá.

Esa es la carga de aquellos que contamos historias, saber que la historia nunca termina y nuestros oyentes nunca quedarán satisfechos.

Y entonces, el llanto de un bebé.

–Quiero traer de regreso a Ermengild Rumpelstiltskin, príncipe de Adalheid. Hilandero de oro. Bendecido por Hulda. –Vaciló, antes de agregar–. El poltergeist.

Velos la miró de un modo que casi parecía tener orgullo.

–Has hablado con la verdad.

Lo llamaban el heredero perdido –finalmente dijo–. ¿Ermengild? Yo… creo que su nombre era Ermengild.

–¡Espera! –fue Frieda quien habló.