Eso resultaba muy conveniente para las tres grandes religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islam), y para muchas otras confesiones, porque sus mesías, profetas y divinidades no iban a venir a molestarse por los habitantes de un planeta cualquiera girando sobre sí mismo en torno a una estrella vulgar dentro de una galaxia como tantas otras. Eso sonaba simple y llanamente a herejía.