En «Café para intelectuales» se reúnen cinco obras breves de Teófilo Guerrero que, de tan verosímiles, no precisarían un teatro para ser representadas debido a la engañosa sencillez de la vida cotidiana que ronda por sus diálogos.
El director teatral Fausto Ramírez define así su escritura: «En una asombroso juego de malabarismo, nos va llevando a rincones insospechados y a la vez que factibles, con una lógica que nos empuja a pensar, sin caer en el lugar común, que esto que estamos leyendo seguramente está sucediendo en algún rincón de esta ciudad».
Fausto Ramírez añade: «Cuando Teo escribe es claro que lo hace desde una aspiración amorosa y cuidada, porque amorosos son los rumbos de sus personajes inmersos en una brutal y desencarnada, a la vez que ineludible, situación. Leer sus textos es un viaje oscuro que en ocasiones cuenta con finales esperanzadores, pero en la misma esperanza fundan su brutalidad».