Oyó reír a Mark. Era una risa salvaje; en él resonaba el eco de la Cacería, el rugido del cuerno y el trapaleo de los cascos. Inhaló el aire fresco y limpio; su cabello se sacudía hacia atrás; no había reglas. Era libre.
—Ya has probado tu valía, Emma —dijo Mark—. Podrías cabalgar con Gwyn, de quererlo así.
creo que es hora de entender que él es feliz en su cacería salvaje