A la noche suena el teléfono. Es raro que suene el teléfono en la casa, ni María Teresa ni la madre cultivan amistades; Francisco sí, pero Francisco no está; por estos días entonces casi nunca llama nadie. El timbre del teléfono las sobresalta al sonar.
–¿Quién podrá ser?
La madre se encoge de hombros.
–Fijate vos, Marita.
Se comportan como si en un llamado hubiese algo que temer. María Teresa se arregla el pelo con ambas manos antes de decidirse a le