Lady Irene Wyngate juró que nunca se casaría, y había mantenido a los pretendientes a raya con su afilada lengua. Sin embargo, se topó un hombre al que no pudo asustar: Gideon, el heredero del conde de Radbourne. De niño, Gideon fue secuestrado, y se crió en las duras calles de Londres. Y, aunque finalmente volvió con su familia, se sentía más cómodo en los antros de juego que en los majestuosos salones de baile de la alta sociedad.A Irene no le atraía Gideon, o eso le decía a la casamentera Francesca Haughston cuando la dama le pidió ayuda para que lo volviera civilizado, de modo que pudiera encontrarle una prometida. Después de todo, él era un verdadero pícaro con un pasado dudoso; aunque Irene debía admitir que era un pícaro muy guapo. Sin embargo, a medida que ella comenzaba a caer en las redes del amor, salieron a la luz antiguos secretos familiares que tendrían consecuencias abrumadoras para los reacios amantes.Candace Camp sabe cómo llegar al corazón de sus lectores.Romantic Times