Libre

Los bostezos fingidos, aquella escenificación de quedarse en la cama y la simulada indecisión te hacían pensar que lo que habían querido todos esos años no era que sucedieran cosas concretas, sino que siguieran existiendo posibilidades abstractas.

Lo único importante eran la ciencia y la razón. Solo con su ayuda podíamos conocer la naturaleza y el mundo. Y cuanto más supiéramos, más podríamos explicar y dominar aquello que al principio nos parecía misterioso.

truco consistía siempre en saber qué norma era relevante y en qué momento y, a ser posible, si se volvía más laxa con el paso del tiempo;

Creer que las personas merecen un destino diferente en comparación con el resto de la naturaleza era ser esclavo del mito y del dogma en detrimento de la ciencia y la razón.

a «biografía» era crucial para conocer los límites de tu mundo, pero una vez que los conocías eras libre de elegir y debías hacerte responsable de tus decisiones. Unas veces ganarías y otras perderías. Debías evitar los halagos tras las victorias y aprender a aceptar las derrotas.

El éxito siempre se debió a que las personas adecuadas tomaron las decisiones adecuadas, a que decidieron luchar por una esperanza que parecía justificada y a que interpretaron los hechos de tal forma que supieron distinguir la esperanza de la ilusión.

Todos los barcos llevaban el nombre de Teuta, la antigua reina iliria que había enviado a un ejército de piratas a luchar contra los romanos, aunque cada uno tenía un número diferente: Teuta I, Teuta II, Teuta III.

Solía observar cada partida durante unos minutos sin decir ni una palabra y, si un niño estaba a punto de cometer un error, ella levantaba el dedo índice y daba un golpecito o dos sobre el caballo o el alfil amenazador y luego se dirigía a inspeccionar la siguiente mesa.

«Es preferible ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho»

Relataba simplemente lo que le sucedía, nunca lo que sentía debido a ello