Número 4. Bien hecho. Sobreviviste. Y no habrá sido todo tan malo. No dolió tanto. Yo pasé por lo mismo una vez. Todas las mujeres lo pasan. Y de todos modos, habría sido mucho peor en el asiento trasero de un coche, o en un sórdido hotel barato o en el sofá del comedor una tarde antes de que tus padres regresaran a casa del trabajo. Pero no es el mayor desafío con el que habrás de enfrentarte. Ni remotamente.