Monteverde es un pueblo que es todos los pueblos, que puede emplazarse en cualquier pedacito de Antioquia, porque es un tejido de recuerdos colectivos, creador de un universo en el que duendes, leyendas, y espantos conviven con los vivos, entre calles, montes y cañadas, y de eso, seguramente, todos lo han oído y lo habrán vivido también.
Daniel encontró la semilla de este pueblo imaginario en las historias que su abuelo materno le contaba. La necesidad de mantener viva la fuerza de esas palabras se tradujo en las primeras líneas, la calle fundacional, de lo que ahora es Monteverde, y que ha ido creciendo gracias a recuerdos propios y ajenos. Allí, bajo ese cielo literario colmado de nubes de letras, llueve a cántaros la memoria de nuestro pueblo.