Mis cambios de opinión

me importa lo que digas de mí, y, si tu recuerdo discrepa del mío, guíate por el tuyo, que probablemente sea mejor

muerte de un ser querido: son hechos que reorientan nuestra vida y que muchas veces

reorientan nuestra vida y que muchas veces nos llevan a cambiar de opinión

James Joyce lo expresó a la inversa: «La imaginación es recuerdo», lo cual resulta mucho más dudoso

Pero sabemos que en realidad no es así. Sabemos que los recuerdos se deterioran. Que cada vez que sacamos un recuerdo de su taquilla y lo exponemos, lo alteramos un poquito. Y por eso es probable que las historias personales que contamos con mayor frecuencia sean las menos fiables, porque las vamos modificando sutilmente a lo largo de los años.

Tan pronto nos sucede algo, emitimos un juicio rápido y subconsciente sobre la importancia del suceso, y si es lo bastante importante lo almacenamos en la memoria. Más tarde, cuando necesitamos recordarlo, acudimos a un departamento de nuestro cerebro con el resguardo de consigna para que nos devuelvan el recuerdo y ahí lo tenemos, tan fresco y flamante como cuando sucedió.

lugar que ocupamos en un universo aparentemente vacío o misteriosamente lleno.

economista John Maynard Keynes cuando le acusaron de ser incoherente: «Cambio de opinión cuando cambian los hechos».

Edith Wharton escribió que «No podemos confiar en que el tiempo, cuando lo dejamos a su aire y no le planteamos exigencias concretas, avance a un ritmo perceptible. Normalmente holgazanea, pero, justo cuando nos acostumbramos a su lentitud, puede lanzarse un alocado e irracional galope».

George Orwell estableció tristemente que «a los cincuenta todo el mundo tiene la cara que merece».