¿Se requiere una nueva constitución que nos una? Por supuesto que sí, pero una constitución que sea realmente buena, justa, igualitaria y democrática. No como el proyecto que nos ofrece la Convención Constitucional. No se puede separar el continente del contenido. Lo que empieza mal, termina mal. Es tiempo de rechazar, pero también de reformar. Los principios constitucionales que se declaran, tales como la incorporación de la “plurinacionalidad”, la “interculturalidad”, el “regionalismo”, el “ecologismo”, etc., ajenos a nuestra historia constitucional, y que estructuran todos los poderes del Estado -Ejecutivo, Legislativo, el disminuido Sistemas de Justicia y los otros organismos constitucionales-, de aprobarse el proyecto, modificarán, de manera radical, la forma del Estado, los derechos y libertades, los Derechos Humanos, la legitimación y el ejercicio del poder propio de una democracia liberal-constitucional, tal como la hemos conocido en toda la historia de Chile.