Pero sí hay historias que implican una transformación fundamental, y en su núcleo suele haber una epifanía –un momento revelador, que equivale a renovarse o morir– en la que el personaje, por las luchas que ha soportado, llega a reconocer un error o limitación en su concepción previa de sí mismo o de su vida, y ese reconocimiento le proporciona la perspectiva necesaria para emprender un nuevo camino.
Precious y Joe Buck sirven de ejemplo de cambio que se opera a través de una revelación. Irónicamente, también Brett en Fiesta, pero ella se niega a sacrificar su sexualidad, incluso cuando se da cuenta de que Jake, impotente por su herida de guerra, es el hombre al que realmente ama.
El crecimiento, por otro lado, sugiere un cambio menos abrupto o discontinuo, no llega de pronto inspirado por una noche oscura del alma. Surge en aquellas historias en las que el protagonista, a través del conflicto, gana en confianza, fuerza, valor, altruismo o alguna otra virtud o grupo de virtudes, sin que sean consecuencia de un error ni de un defecto personal previo.
Este tipo de protagonista puede ser un adolescente que madure, un hombre común enfrentado a una crisis que no haya elegido, o un gladiador que luche, arrojado a la arena. Crece en confianza y en conocimiento de sí mismo a medida que los eventos avanzan y el conflicto se intensifica. Piensa, por ejemplo, en un recluta en el campo de entrenamiento, que aprende a recurrir a la fuerza y resistencia que nunca soñó que poseía. Su destreza, temple, habilidad y determinación crecen, o bien poco a poco se desgastan y es derrotado.
En el crecimiento se fortalece en el protagonista algo que ya existía en él; en la transformación se elimina una capa de negación, subterfugio o engaño que mantenía algo oculto o atrofiado en el personaje. Es una cuestión de énfasis: el personaje que crece se apoya cada vez más en su voluntad. El que se transforma lo logra a través de la revelación de la que aprende la verdad que le hace cambiar.
Dicho de otra manera: en el crecimiento, el héroe cava más profundo. En la transformación, echa abajo una pared.
O bien: en el crecimiento, el héroe acelera. En la transformación, gira.
Puede que el protagonista cave y además derribe, por supuesto, o que acelere y gire, o que el personaje que se ha transformado tras la visión reveladora reaccione a partir de entonces con mayor determinación o voluntad. Esta es la razón por la que a veces parece que no hay diferencia entre crecimiento y transformación. Es mejor no pensar en ellos como cuadros distintos y separados, sino como círculos que se cruzan, como en un diagrama de Venn, con el arco del protagonista dentro de uno, de otro o de ambos.
A menudo se puede discernir si el protagonista experimenta crecimiento o transformación o las dos cosas por el tipo de pregunta que la historia le hace. Tales preguntas encajan en tres categorías:
¿Podré obtener lo que deseo?
¿Quién soy?
¿En qué he de cambiar para obtener lo que deseo?