Para protegernos de futuras heridas, desarrollamos un caparazón, una máscara o una defensa, o nos adaptamos: bebemos, nos drogamos, nos hacemos perfeccionistas, trabajamos hasta matarnos, buscamos solo relaciones vacías, nos atascamos en matrimonios infelices, tememos los riesgos necesarios para el verdadero éxito, nos apuntamos al optimismo fácil de Pollyanna7, nos escondemos en el aislamiento del cinismo. Muchas veces la falsedad de esta estrategia recrea simbólicamente el incidente traumático. Pero bajo la superficie permanece un impulso implacable hacia la salud y la verdad.