pequeños, no somos más que niños y niñas, y crecemos a la misma velocidad, todos vamos cumpliendo cinco, siete u once años. De repente, un buen día la cosa se acelera y las chicas nos dejan atrás; de pronto, saben todo lo que hay que saber, tienen la regla, les salen pechos y empiezan a maquillarse y Dios-sabe-que-más —yo, desde luego, no tenía ni idea—