EL PAVO INDUCTIVISTA
Los filósofos neopositivistas pensaban que el método característico de la ciencia era el método inductivo, según el cual la ciencia se basa en la observación empírica de los hechos y, a partir de ahí, formula leyes universales. Así, por ejemplo, empezamos observando que cada uno de los cuervos que encontramos es negro y acabamos concluyendo que todos los cuervos son negros.
El problema es que este tipo de razonamiento no es concluyente, pues por muchas veces que hayamos observado un fenómeno nunca podremos estar seguros de que en
un futuro el fenómeno seguirá dándose de la misma manera. Así, podemos haber observado muchos cisnes y haber visto que todos ellos eran blancos, pero si de eso deducimos que todos los cisnes son blancos corremos el riesgo de equivocarnos (de hecho, hay cisnes negros). Es lo que se conoce como el problema de la inducción.
En su libro Los problemas de la filosofía, Bertrand Russell lo ilustró de esta forma: imaginemos un pavo al que un granjero da de comer todos los días. El pavo se acaba acostumbrando a esto y cada vez que ve aparecer al granjero espera recibir su ración diaria. Supongamos que el pavo es un buen inductivista y no quiere precipitarse en sus conclusiones. Se dedica por lo tanto a recoger pacientemente datos sobre el asunto que más le interesa: la hora de la comida. Finalmente, en vista de la regularidad con que se suceden los fenómenos, el pavo acaba deduciendo que www.lectulandia.com - Página 79
siempre que aparece el granjero, él recibe su ración de pienso. Es el día de acción de gracias y el pavo se pavonea con su descubrimiento. No imagina que ese mismo día el granjero que lo ha estado alimentando, en vez de darle la comida, le retorcerá el pescuezo, lo meterá en el horno y se lo comerá.