Una inquietante novela sobre la incertidumbre, los recuerdos, los miedos, la soledad, las relaciones familiares y los anhelos de futuro.
La narradora de estas páginas vive a cinco mil kilómetros de su país natal, trabaja para una agencia de publicidad, quiere tramitar una beca para irse a escribir a Holanda y mantiene periódicas videoconferencias con su hermana. Esta le manda encomiendas, paquetes que incluyen comida, dibujos de sus sobrinos y de vez en cuando alguna sorpresa, como una vieja fotografía. A menudo la comida llega podrida.
Una serie de figuras y acontecimientos irán dejando entrever las fisuras que se abren en la cotidianeidad de la protagonista: la recepción de una enorme caja difícil de abrir, una gata que se pasea por el edificio en el que vive, los vecinos que se ausentan y los que llaman a su puerta, el hijo de una vecina, las idas y venidas de su novio, un vagabundo… Y es que, como ella misma dice: «Con qué rapidez se hace pedazos la cáscara de una rutina. Cualquier rutina, por sólida que sea, es arrasada por lo imprevisto.» Con mano maestra y notable economía de medios, Margarita García Robayo conduce al lector por el laberinto de su protagonista y narradora en esta inquietante novela que habla de incertidumbre, recuerdos, miedos, soledad, relaciones familiares, perspectivas de maternidad y anhelos de futuro.
Un libro de contenida intensidad, repleto de atisbos más que de certezas, que confirma a la autora como una de las voces de la actual narrativa latinoamericana.