Y un día, el día que cumplió veintiún años, el día en que la hermosa (aunque no tan hermosa como vuestra abuela, naturalmente), el día en que la hermosa Lily alcanzó la mayoría de edad —que es lo que pasa el día que cumples veintiún años—, se miró en el espejo y dijo: me he hartado. Voy a cambiar las cosas. Así que salió sin más a la calle y rompió una ventana como regalo de cumpleaños