La violencia contra los pueblos indígenas en Colombia ha sido histórica. Sus historias de vida han tenido que ser contadas desde el dolor, el miedo, la rabia, la incertidumbre, el desplazamiento, la pérdida, la desaparición, la muerte. Muchas poblaciones perciben el conflicto armado como parte de la vida misma, como una realidad que no es ajena, sino que está inmersa en su cotidianidad y que es ineludible. Los pueblos indígenas, vistos tanto desde su particularidad como en su colectividad, se desarrollan en contextos sociales con características específicas de opresión, que determinan su salud mental y calidad de vida.
En ese sentido, es vital investigar cómo el conflicto armado afecta la salud mental y las condiciones de vida de los pueblos indígenas en situación de desplazamiento. El sujeto indígena desplazado se desarrolla en espacios y contextos potenciadores de un malestar generado por el capitalismo y el consumismo excesivo, por su relación con la guerra que desmiembra familias enteras, por la pobreza y la imposibilidad de tener lo mínimo para vivir. Son realidades de injusticia histórica donde el poder es utilizado para obligar y doblegar.
Este proyecto de investigación se desarrolló desde una perspectiva de salud mental. Esta debe entenderse como parte de la vida colectiva de los sujetos indígenas y no como un evento externo a su historia. La salud mental es un estado de la vida, es una construcción social cambiante que, en tiempos de guerra y para sujetos victimizados, adquiere una complejidad urgente de examinar.