el impulso narrativo con el que nuestra imaginación reconstruye el mundo a partir de los fragmentos que nuestros sentidos recogen, se rige tanto por el sentido que queremos comunicar como por su música. Es decir, nuestras creaciones están configuradas por un concepto, una emoción, una intuición articulada, y también por una determinada organización jerárquica de los distintos sonidos respecto de un cierto centro tonal.