Qué hubiese sido de mí sin los velocirpators se escribe sabiendo que sus lectores no podríamos ser otros que quienes somos, ni su autor un sujeto distinto; y, no obstante, reconoce que no hay nada particular ni único en ser nosotros mismos. Frente a la nueva literatura pop, segurísima de su identidad, la poesía de Alejandro constuye singularidades inciertas que remiten a todo lo demás ad infinitum: demuestra que el único camino sincero es el de la incerteza ontológica, que no hay poética posible si esta no (se) quiebra.
Del prólogo de Elizabeth Duval
Los textos de Alejandro Pérez-Paredes se producen desde un conocimiento radical de las coordenadas sociosimbólicas que fijan el cuerpo a la experiencia del presente: un conocimiento que hace de sí mismo su eje temático, su estética, la posibilidad única del despliegue del ego en tanto que ficción totalizante, necesaria, sobredeterminada. Una lectura realmente estimulante.
Pablo Velasco Baleriola