¿Por qué aceptamos como normal que las corporaciones tengan derechos y puedan reclamar por ellos mientras nos resulta inconcebible que la naturaleza, de la que depende nuestra vida, goce de ese reconocimiento? Dado que superar este desatino es uno de los grandes retos de la humanidad para enfrentar el colapso ecológico y social, Alberto Acosta y Enrique Viale, referentes internacionales del pensamiento y las luchas ecologistas, cuentan qué significan los derechos de la naturaleza y por qué el tema está muy lejos de ser una formalidad jurídica o una simple novelería.
En este texto introductorio e inspirador, bucean en las razones históricas que, desde la conquista de América e incluso antes, explican el lugar de la naturaleza como proveedora pasiva de insumos y depósito de desechos, al servicio del crecimiento infinito en un planeta finito. Y ponen el foco en las falsas soluciones, como el desarrollo sostenible o el capitalismo verde, estrategias cosméticas que prometen respetar las normas ambientales mientras alientan la explotación extractivista de la tierra, los minerales, el agua, o formas más innovadoras de mercantilización.
Recuperando las voces críticas de filósofos, economistas, referentes de pueblos originarios y juristas, y el balance de experiencias pioneras en el reconocimiento de la naturaleza como sujeto de derechos, Acosta y Viale plantean que no se trata de volver a prácticas premodernas, mitificar el pasado o condenar los avances científicos. Tampoco de inventar todo de cero, porque hay un acervo de luchas y cosmovisiones comunitarias con mucho para enseñarnos.
Sin erigirse en defensores de una naturaleza intocada, los autores invitan a entender el valor intrínseco de la naturaleza y la necesidad de restaurar sus ciclos vitales, su diversidad y sus ecosistemas. Y apuestan a trabajar en pos de un giro civilizatorio que anteponga, al mandato economicista del productivismo a cualquier costo, la solidaridad, la justicia social y lazos de armonía entre todas las formas de vida.