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Julio Ramón Ribeyro

La palabra del mudo (antología)

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Los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, a pesar de su versatilidad, configuran un mundo narrativo orgánico, personalísimo, en el que se alían el contenido profundamente humano de sus temas con una depurada técnica y un estilo diáfano y conciso. Circunscritos en sus comienzos a la pequeña clase media y a los marginados del medio urbano limeño, sus relatos fueron cobrando amplitud y universalidad, para abarcar en definitiva al hombre de nuestra época, concretamente a cierto tipo de humanidad, producto de la urbe o del poblado, confrontada a situaciones límite y que, incapaz de discernir entre lo real y lo ilusorio, entre lo posible o lo imposible, se ve condenada a un combate solitario y perdido de antemano. El tono por lo general sombrío y desencantado del mundo ribeyriano es atemperado, sin embargo, por el toque de fantasía y de humor que impregna muchos de sus relatos y le da ese carácter inconfundible, ambivalente, mezcla de tragedia y comedia, como es en realidad la vida.
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Quotes

  • Kenny Guevara Echevarríahas quoted3 months ago
    Enciendo otro cigarrillo y me digo que ya es hora de poner punto final a este relato, cuya escritura me ha costado tantas horas de trabajo y tantos cigarrillos. No es mi intención sacar de él conclusión ni moraleja. Que se le tome como un elogio o una diatriba contra el tabaco, me da igual. No soy moralista ni tampoco un desmoralizador, como a Flaubert le gustaba llamarse. Y ahora que recuerdo, Flaubert fue un fumador tenaz, al punto que tenía los dientes cariados y el bigote amarillo. Como lo fue Gorki, quien vivió además en esta isla. Y como lo fue Hemingway, que si bien no estuvo aquí residió en una isla del Caribe. Entre escritores y fumadores hay un estrecho vínculo, como lo dije al comienzo, pero ¿no habrá otro entre fumadores e islas? Renuncio a esta nueva digresión, por virgen que sea la isla a la que me lleve. Veo además con aprensión que no me queda sino un cigarrillo, de modo que les digo adiós a mis lectores y me voy al pueblo en busca de un paquete de tabaco.
  • Kenny Guevara Echevarríahas quoted3 months ago
    Empecé entonces a revisar los bolsillos de todos mis sacos y pantalones, los cajones de todos los muebles, el contenido de maletas y maletines, en busca del hipotético cigarrillo olvidado, tirando todo por los aires y a medida que más infructuosa era mi búsqueda más tenaz era mi deseo. De pronto mi mente se iluminó: la solución estaba en el paquete que había arrojado por la ventana. Cuando me asomé a ella vi ocho o diez metros más abajo el terreno baldío vagamente iluminado por la luz de mi habitación. Ni siquiera vacilé. Salté al vacío como un suicida y caí sobre un montículo de tierra, doblándome un tobillo. A gatas exploré el desmonte alumbrado por mi encendedor. ¡Allí estaba el paquete! Sentado entre las inmundicias encendí un pitillo, levanté la cabeza y lancé la primera bocanada de humo hacia el cielo espléndido de Huamanga.
  • Kenny Guevara Echevarríahas quoted3 months ago
    Me levanté de la cama tambaleante, cogí mi paquete de Camel y lo arrojé al terreno baldío que quedaba al pie de mi ventana. Nunca más, me dije, nunca más. Y desahogado por ese rasgo de heroísmo, caí nuevamente en mi cama y me quedé al instante dormido.

    Pasada la medianoche me desperté, recordé mi determinación de la víspera y me sentí no sólo moralmente reconfortado sino físicamente bien. Tanto, que me levanté para consignar mi renuncia al tabaco en líneas que imaginé, si no inmortales, dignas al menos de una merecida longevidad. Escribí en realidad varias páginas glorificando mi gesto y prometiéndome una nueva vida, basada en la austeridad y la disciplina. Pero a medida que escribía me iba sintiendo incómodo, mis ideas se ofuscaban, penaba para encontrar las palabras, una angustia creciente me impedía toda concentración y me di cuenta de que lo único que realmente quería en ese momento era encender un cigarrillo.

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