Había un pueblo donde los niños no deseaban leer ni escribir. Sus maestros no sabían cómo hacer para motivarlos. Hasta el día en que… una carroza de nube se detuvo ante la humilde y oscura vivienda del emperador de los tiempos olvidados. Del misterioso vehículo bajó Tao, un mítico gato blanco cuyo lomo aterciopelado estaba salpicado de pequitas negras.