Basta esta cita de De las antiguas gentes del Perú para comprender la idea del “buen gobierno” de los Incas descrita por Bartolomé de las Casas:
Consideraba en esta visita de la tierra, si se podía hacer alguna semilla o árboles y frutales que no fructificaban, o no tanto, en otras partes, y era necesaria, y traía de otra tierra hombres que la supiesen sembrar y cultivar y a los naturales de allí lo enseñasen; a los cuales mandaba galardonar y repartir tierras y solares para sus casas y heredades.
Consideraba asimismo la condición e inclinaciones de las gentes, y si entendía que eran orgullosos o inquietos, traía de otros pueblos, mayormente de los que tenía más conocidos y experimentados por fieles y obedientes, aprobados y leales, donde mandaba que morasen y usasen de sus oficios o ejercicios que en su naturaleza usaban, para que los de allí aprendiesen a vivir quietos, y para que, entendiendo que el rey los mandaba poner allí por esta causa, temiesen de hacer novedades, como quien tenía cabe si las espías y testigos que habían luego de avisar al señor, y por consiguiente, de causar en el pueblo inquietud se descuidasen.