Dimitri, como siempre, era como un bálsamo para mí. Daba igual lo que hubiese pasado, siempre me sentía más segura en su presencia. Y eso que ni siquiera él había sido capaz de detener lo ocurrido en el aeropuerto. Cuando me miraba como lo estaba haciendo en ese instante, con tanta ternura y preocupación, despertaba en mi interior una serie de sensaciones encontradas. A una parte de mí le encantaba que se preocupase tanto. La otra deseaba ser fuerte para él y no quería causarle preocupaciones.