En El cerco de Numancia, Miguel de Cervantes pone en escena el sacrificio colectivo ante el asedio del general romano Escipión a Numancia.
En esta obra se describe la heroica defensa de Numancia, capital de los celtíberos arévacos. En el asedio de la ciudad los numantinos murieron de hambre antes que rendirse a los romanos de Escipión.
La obra culmina con la decisión numantina de no entregar nada ni a nadie al enemigo, suicidándose colectivamente. Esta decisión los dignifica y honra sobre los romanos, a pesar de la muerte y la derrota.
Según la crítica, Cervantes mezcló varias fuentes históricas, motivos literarios y dramas ficticios. Así creó esta tragedia alegórica llena de virtudes como el amor, el heroísmo, el patriotismo y algunos valores cristianos.
Aquí el hambre parece un personaje más ciñéndose sobre los habitantes de la ciudad acosada. Se añaden además figuras alegóricas que profetizan un futuro glorioso para España. El cerco de Numancia es una obra donde la Providencia parece tener un cometido trascendental.