Reinas de la carretera

No disponemos de mapas ni guías, y las carreteras se presentan como una gran caja de sorpresas. Resultan aceptables para coches y camiones, pero no para ser transitadas de noche y sin luces. Y yo botando y botando en cada salto del sidecar, me siento un polizón prisionero y a merced del destino»

La pareja se adentró en lugares impensables para un viajero de la época:

«Al principio, los aleteos y giros continuos junto con la ausencia de paredes a los lados, resultan aterradores, especialmente para mí, que imagino la caída embutida en el sidecar frente a las cumbres nevadas que se alzan majestuosas frente a nosotros».

En el libro, titulado «De Túnez a Argelia en motocicleta», Lady Warren escribió con acierto y con humor sus andanzas a lo largo de 3000 kilómetros de andadura. Su diario fue una calcomanía paisajística, étnica, cultural e histórica de los lugares que recorrió.

No se sabe prácticamente nada de ella, tan solo que era inglesa y que co-protagonizó toda una hazaña en la época, acompañada de un joven, al que ella se refiere en el libro que escribió simplemente como P. Lady Warren se decidió a viajar «sin un plan determinado y tan sólo con la curiosidad como meta» a través del desierto del Sahara. Esto ocurría en 1918.

El cansancio no parece haber hecho mella en ella. El peligro no ha roto el encanto de su aventura.

Ellos eran jóvenes, con un frescor intacto, se sentían seguros de sí mismos, y su pasión por la aventura les unía.

hay gente que, con independencia de su vida, aparentemente normal, da un cambio de rumbo y persigue sus sueños.

Se desconoce su ruta por Europa, pero se sabe que más tarde logró llegar a Asia. Cruzó Camboya, Tailandia y Singapur, donde tomó un barco rumbo a Calcuta, ya que no podía cruzar las montañas de Birmania a falta de pistas transitables.

No se sabe prácticamente nada de ella, pero quienes viven de forma tan intensa un momento de su vida, dejan una estela imborrable. Justine Tibésar, para quien viajar fue sinónimo de sentirse viva, sustituyó el tono gris del medio cotidiano en el que se movía en Bélgica por el maravilloso arco iris de los países que recorrió.