Siempre que Marta conduce así, concentrada y en silencio, Ballador padre piensa que qué quieren que les diga, si está contento, e incluso relajado, y orgulloso, de que le hayan salido dos hijos como él; que aman un poco lo que él ama y defienden un poco lo que él siempre ha defendido. ¡En su regazo, esta ratoncita, a la que le gustan los tractores y los arados! Vicenç Ballador padre tiene en casa dos mozos ciegos como dos topos, ciegos como una tabla de planchar, contentos de conducir un tractor o de tocar la batería, con una sensibilidad que se alimenta solamente de cosas tranquilas y cotidianas. Viva. Dos cachorros, tiene, que no se meten a mirar dentro de las personas, ni debajo de las piedras, ni saben nada de las desgracias de los demás a menos que lo afecten a uno.
Habría que hacer una fiesta, piensa el hombre. Habría que tirar la casa por la ventana y bailar toda la noche y quemar toda la paja si, como a Ballador padre, a uno le salen dos polluelos mundanos y mediocres y felices como la mala hierba.