En 1925, el diario La Nación señalaba que la Madre María «ofrecía a todos, ricos y pobres, lo que la ciencia no puede ofrecer y la religión se niega a dar». Si bien desde el siglo xviii la medicina comenzó a delimitar su objeto de estudio y buscó oficializarse, no siempre logró desplazar a las artes de curar, prácticas y saberes interesados en brindar algún tipo de cura y atención a las dolencias de las personas.
¿Qué ocurre cuando las instituciones del sistema de salud son insuficientes o inaccesibles, o cuando la gente desconfía de ellas? ¿Qué sucede fuera de esos ámbitos? ¿Qué hacer con malestares y enfermedades frente a los cuales la medicina diplomada no logra articular respuestas efectivas?
Diego Armus reúne aquí una serie de ensayos que muestra que quienes practican las artes de curar han participado desde hace siglos en las trayectorias terapéuticas de personas ricas y pobres, instruidas o no, poderosas o desvalidas. Evidencia también la perdurable presencia de estos híbridos en la atención de la salud de vastos sectores de la sociedad argentina desde mediados del siglo xix hasta la actualidad. Se trata de tradiciones y culturas de atención que no son estáticas, sino el resultado de muy variadas mixturas, intercambios y reinterpretaciones.
Sanadores, parteras, curanderos y médicas demuestra que la medicina y la medicalización conforman un terreno incierto, vacilante y en constante disputa. Intentar curarse e intentar curar han sido, son y seguirán siendo empeños marcados por las más diversas ofertas de atención.