Tengo la sensación de que la mayoría de nuestros modelos médicos, oficiales y alternativos, pretenden funcionar desde una plataforma mecánica: “Me necesitan, los atiendo; me pagan, los curo, me olvido… se enferman. Me necesitan, los atiendo; me pagan, los curo, me olvido… se enferman”, así ad infinitum.
Por otra parte, creo que un modelo médico congruente con estos tiempos tendría que operar desde la plataforma de la conciencia, donde cada evento en un espacio médico sea una campanada de atención que permita explorar vívidamente el dolor y el desasosiego del paciente, e induzca añadir a los que ahí converjan, a sentir la vida desde su estructura más esencial.
Entonces se revelará un escenario totalmente diferente, pleno de posibilidades, de relaciones sutiles y esenciales; el paciente y el médico se fundirán en una relación mutua de crecimiento, comprensión y orden.
Se vivirá profundamente la verdadera compasión y esta expansión consciente permitirá descubrir todo evento que en la vida del paciente requiera ser reescrito; ante él aparecerá de manera clara el amoroso mensaje que su propia crisis le ha estado expresando durante tanto tiempo.