Tríptico del Desierto

¿Quién puede retenerlo,

conservar la presencia en los rasgos amados

que regresa y se va para volver de nuevo

como el aroma alado de la rosa?

Cómo está y se escabulle en el óvalo abierto de los ojos,

en la concisa línea de los labios,

en el imperio de sus pies desnudos;

gozamos al dios, lo padecemos

en su huidiza presencia de tan próxima.

disimulado en el enigma de sus gestos,

donde no hay pausa alguna

sino el terror del ser inabarcable.

en los ruidos del cuarto que la noche contiene.

profundo, inasible en los barrancos de la sangre donde el viento se estrella

y los terrores más antiguos de la noche vuelven en la distancia de los astros,

en el grito metálico del grillo,

en el duro

me contempla y me acecha,

me procura el espanto,

me insinúa la dicha y el sabor de lo Abierto.

Pero sé que me mira.

A veces,

cuando miro sü ojo,

los abismos emergen de su nada

y su horrible belleza me es una destrucción impronunciable