Lapislázuli es un libro poco común. A caballo entre la poesía y la prosa, y en una interminable conversación entre el narrador y un enigmático personaje llamado Juan, Ricardo Rueda realiza un tour de force literario de considerable envergadura. Con fuertes reminiscencias, entre otros, del Altazor de Huidobro o del escritor polaco Gombrowicz, desgrana un crisol de metáforas e imágenes poéticas con las que fusila al lector con todo un arsenal de reflexiones existenciales, sociopolíticas y antropológicas. Intercalado en la mejor tradición surrealista, el texto participa de sí mismo y desvela sus secretos y sus misterios en lo que suscita, modificando ya para siempre la experiencia, tanto del narrador y de los personajes como del propio lector.