El detalle de que mi tía muriese sirve para identificarla y para subrayar, con mala intención, que estas cosas ocurren, aunque mucha gente que lee libros, los lea precisamente para olvidar estas certezas, estos falsos imprevistos, estos golpes. Esta resistencia a reconocer las aberraciones biológicas o históricas, individuales o colectivas, en un texto literario, sólo puede disculparse en los bomberos, los oncólogos, los abogados penalistas y en algunos asistentes sociales.