Los Gedge viven en un pueblecito idílico, y en una mansión no menos maravillosa. Lo que no saben es que dos ladrones de guante muy blanco codician sus diamantes. La señora Gedge, por su parte, ambiciona para su marido la embajada de los Estados Unidos en Francia, y para conseguirla está dispuesta a utilizar incluso el chantaje. Y su presunta víctima es el influyente senador Opal, padre de Jane, una enamoradiza jovencita… Y con estos ingredientes y algunos más típicos del irresistible humor de Wodehouse como por ejemplo uno de los muy ingleses ladrones de guante blanco, disfrazado de impecable aristócrata francés, el lector ya tiene la diversión asegurada.