«No alcanzaremos el éxito hasta que estos asedios medievales dejen de existir, cuando no haya niños que corran el riesgo de morir a manos de un francotirador cuando llevan medicinas a sus madres, cuando los médicos puedan administrar tratamientos que salvan vidas sin temor a ataques inminentes, cuando las jóvenes yazidíes no tengan que desfigurarse la cara por miedo a que las vendan como esclavas sexuales. Esa es la pavorosa realidad de la Siria actual