Enfrentarnos a nuestros muertos nunca es cosa sencilla. Enrique González Parra se da a la tarea de desempolvar los recuerdos, sacar al sol los miedos archivados y llenar los antiguos silencios con poesía. El resultado es un libro a la vez crudo y sensible, con una voz poética directa y transparente, donde desfilan fantasmas de amigos y desconocidos, cuyas muertes anuncian también la inevitable del autor.
Tal vez gracias a su oficio de historiador, González Parra sabe que el pasado no es algo unívoco, homogéneo o fácil de interpretar. Los sentimientos humanos son contradictorios y el recuerdo de un padre puede detonar al mismo tiempo amor y enojo, nostalgia y rencor. Las diferencias generacionales y las distintas elecciones de vida crean brechas casi tan insalvables como la muerte. Paradójicamente, sólo después de la muerte es que estas brechas ceden y permiten una segunda oportunidad. Mi padre y otros muertos es el resultado de una voz decantada que, sin rehuir el sentido del humor, traza las ironías de la condición humana.