El talento sopla donde quiere y la colombiana Emma Reyes lo demostró con este libro póstumo, una de las grandes sorpresas editoriales de la última década. Hija abandonada, criada en un rígido convento cuyas prácticas hoy nos resultan feroces e inhumanas, la artista logró recorrer mundo y acumular amor y amistad hasta el fin de sus días. En estas veintitrés cartas dibuja una historia extraordinaria —la suya— con la precisión de una bordadora, la liviandad de un duende y la gracia de una narradora innata.
A pesar de que Memoria por correspondencia es la historia de una desgracia, está lejos de ser un libro plañidero y parece, más bien, el libro de alguien con un altísimo sentido del humor.
Leila Guerriero
¿Qué hay en Memoria por correspondencia para causar tanto revuelo? Hay un infierno. Una infancia en el infierno contada por una adulta que fue analfabeta hasta la adolescencia, que narra sin sentimentalismo pero sin frialdad, con una habilidad literaria insólita.
Mariana Enriquez