En un momento en el que es delicado mencionar las fronteras, las migrantes y sus hijas ya nacidas en España hemos estado ligadas a los espacios liminales: aquellos lugares intermedios, que no pertenecen a ningún lado. Ni a este, ni al otro.
[…] El poemario que tenemos en nuestras manos es un reflejo de lo complicado que es vivir en el borde, donde tradicionalmente no ha tenido cabida el arte y la cultura más allá de la etiqueta de lo alternativo. La cotidianeidad de Chen, que va desde el restaurante de Utiel hasta un jardín de Suzhou, revela partes de sí misma, evocando diferentes fragmentos de su vida y presentando la complejidad de mantener el equilibrio entre todas las piezas: la poeta, la periodista, la de la cola del aeropuerto, la que no entiende, la que añora, la que traduce a sus padres
[del prólogo de Glady de la Cruz Juria].