pertenencia. En cuestiones afectivas y amorosas la cosa no es tan diferente. Las personas cultivan la comunicación profunda, de manera que son capaces de compartir sentimientos, confesar errores y externar dudas, ambiciones, alegrías y preocupaciones a la persona que tienen a un lado. En concreto: se desarrolla una fortaleza que permite mostrar nuestro lado desconocido y, en ocasiones, hasta vergonzoso, exclusivamente a un ser humano. La afinidad emocional es pues, en esencia, un acto supremo de confianza e intimidad absoluta.