Era la Doncella. La Elegida. Lo que había pensado hacía un rato acerca de lo que preocupaba a los dioses se debilitó. ¿Me encontrarían indigna? El pánico no se apoderó de mí como hubiese debido. En lugar de eso, me invadió una chispa de esperanza, y eso me inquietó más que cualquier otra cosa. El diminuto destello de esperanza me pareció traicionero y del todo preocupante, dado que ser considerada indigna acarrearía una de las más graves consecuencias.
Si los dioses me encontraran indigna, me enfrentaría a una muerte segura.
Me exiliarían del reino