a Máquina de la Eternidad es un fiel exponente del tono y las preocupaciones típicas de la ciencia ficción de los años cincuenta, con su especial atención a la telepatía y otros poderes extrasensoriales y parapsicológicos. Junto a las primeras especulaciones sobre la futura inteligencia artificial, es fácil rastrear también en esta novela un posible intento de tecnificar la dianética, esa ciencia-camelo para la perfección de la actividad mental humana. Como La Maquina de la Eternidad, la dianética fue creada en esos años cuarenta y cincuenta por un autor de ciencia ficción (Ron L. Hubbard), y se ha convertido hoy en la Iglesia de la cienciología, que ha generado, como tantas otras religiones, grandes beneficios económicos a su inventor o a sus principales adláteres.