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Jeffrey Eugenides

Middlesex

  • Melisa Pehas quoted3 years ago
    Y como no decía una palabra sobre sus problemas, la barba empezó a expresar en silencio todo lo que él callaba.
  • Vintage Autumnhas quoted3 years ago
    Al envejecer cuesta trabajo subir las escaleras, entra uno en el cuerpo de su padre. Desde ahí sólo hay un breve salto hasta los abuelos y entonces, antes de que uno se dé cuenta, se empieza a viajar en el tiempo. En esta vida crecemos hacia atrás.
  • Vintage Autumnhas quoted3 years ago
    Según mi experiencia, las emociones no pueden describirse con una sola palabra. «Tristeza», «alegría», «remordimiento», esos términos no me dicen nada. La mejor prueba de que el lenguaje es patriarcal quizá sea que simplifica demasiado los sentimientos. Me gustaría tener a mi disposición emociones híbridas, complejas, construcciones germánicas encadenadas, como «la felicidad presente en la desgracia».
  • Zahiehas quoted1 hour ago
    Mis compañeras de clase podían mostrarse amistosas en horas lectivas, pero los chicos eran la actividad primordial fuera del colegio. Cualquier chica sospechosa de que le gustara otra era objeto de cuchicheos, rechazo y discriminación. Yo era consciente de todo eso. Me asustaba.
  • Zahiehas quoted1 hour ago
    En Baker e Inglis era perfectamente aceptable enamoriscarse de una compañera de clase. En un colegio femenino, una determinada cantidad de energía emocional, normalmente gastada en chicos, se desvía hacia algunas amistades. En el Baker e Inglis las chicas iban cogidas del brazo, como hacen las colegialas francesas. Competían por los afectos. Surgían celos. Se perpetraban traiciones. Era normal entrar en los servicios y oír llantos en algún cubículo. Las chicas lloraban porque Fulanita no se sentaba a su lado en el almuerzo, o porque su mejor amiga se había echado un novio que le acaparaba el tiempo. Encima de todo eso, los rituales escolares reforzaban la intimidad del ambiente.
  • Zahiehas quoted8 hours ago
    y no crespo, las mejillas aún lampiñas, los músculos sin desarrollar y, sin embargo, de algún modo secreto pero inequívoco, empezaba a irradiar cierta especie de masculinidad, en la forma en que tiraba y cogía al vuelo la goma de borrar, por ejemplo, o en la manera de atacar el postre de las demás con la cuchara, como un bombardero en picado, en la intensidad con que fruncía el ceño o el entusiasmo con que debatía en clase con cualquiera sobre cualquier cosa; en aquella época, cuando todo era indecisión, antes de que se produjera el cambio, yo era muy popular en mi nuevo colegio
  • Zahiehas quoted8 hours ago
    Y no era insólito que algunas niñas inocentes y excitables reaccionaran ante mi presencia de cierta manera inconsciente. Estoy pensando en Lily Parker, que solía tumbarse en los sofás del vestíbulo y apoyar la cabeza en mi regazo, alzando la vista y diciendo:
    –Tienes la barbilla más perfecta que he visto en la vida.
    O en June James, que solía cogerme del pelo para echárselo sobre la cabeza, de modo que pareciese que ambas estábamos en una tienda de campaña. Es posible que mi cuerpo liberase feromonas que afectaran a mis compañeras. ¿Cómo explicar, si no, el hecho de que siempre estuvieran pendientes de mí, gravitando a mi alrededor?
  • Zahiehas quoted8 hours ago
    En aquella fase temprana, antes de que se manifestaran mis características masculinas secundarias, antes de que se levantaran murmullos a mi paso por los corredores del colegio y las chicas se lo pensaran dos veces antes de apoyar la cabeza en mi regazo; en aquella época, en séptimo curso, cuando tenía el pelo
  • Zahiehas quoted8 hours ago
    Los varones genéticos educados en sentido femenino no suelen pasar inadvertidos tan fácilmente. Desde edad temprana tienen un aspecto diferente, se mueven de distinta manera, no encuentran zapatos o guantes que les vengan bien. Otras niñas los llaman marimachos o algo peor: caballo percherón. Mi delgadez me encubría. Los primeros años setenta eran una buena época para tener el pecho plano. La androginia estaba de moda. Mi desgalichada altura y mis piernas de potranca me daban la apostura de una modelo. La ropa no me venía bien, a mi cara le pasaba algo, pero la angulosidad de mis rasgos era perfecta. Tenía cierto aire a galgo persa. Pero, sea por lo que fuere, mi apariencia no desentonaba con mi carácter soñador, mis inclinaciones librescas
  • Zahiehas quoted9 hours ago
    Los varones genéticos educados en sentido femenino no suelen pasar inadvertidos tan fácilmente
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