Al convertirse en lengua oficial, primero de las colonias españolas en América y luego de muchas naciones latinoamericanas, el español permitió que éstas se comunicaran sin recurrir a la traducción. Sin embargo, bajo esta aparente armonía y homogeneidad quedó oculta una ingente efervescencia lingüística que incluyó tanto a las lenguas indígenas en contacto con el español, como a otras lenguas europeas que se practicaban en los círculos letrados coloniales.
Los trabajos reunidos en esta antología permiten reconstruir una porción de este panorama complejo y diverso, sacando a la luz el tráfico interlingüístico que puede observarse en distintos momentos y geografías de Latinoamérica. De los “avatares traductores” que caracterizan algunos procesos independentistas, pasando por los proyectos ideológicos de organización nacional, hasta la evidencia innegable de una interculturalidad soterrada que ha terminado por hacerse presente como alteridad, las traducciones y los traductores han desempeñado un papel de primer orden en la delimitación de espacios sociales y en la definición de lo propio y lo ajeno. La traducción puede contribuir a “revisar” la historia, a justificar y legitimar las luchas independentistas y a seleccionar la información que debe difundirse para sostener un régimen. También es una de las herramientas indispensables de proyectos pedagógicos y de difusión cultural, y puede asimismo ser un instrumento de legitimación intelectual. No olvidemos tampoco que las traducciones son ante todo necesarias en contextos culturalmente diversos, en los cuales a menudo el poder se ejerce explotando la asimetría entre las lenguas y sus hablantes. En suma, en este libro se propone poner de manifiesto el potencial ético e ideológico de las traducciones. Tal vez así sea posible superar la antigua dicotomía entre traducir para sí y traducir para el Otro.