ellos sencillamente porque se han limitado a vivir una vida propia. No son míos... no son nuestros. ¡Son de él! ¡Son de ella!
—¿De Quint y de esa mujer?
—De Quint y de esa mujer. Los quieren para sí.
¡Oh cómo pareció estudiarlos la pobre señora Grose, después de oírme afirmar aquello!
—Pero ¿para qué?
—Por amor a toda la maldad que, en aquellos días terribles, la pareja inculcó en ellos