«Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir que el día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada. La enseñanza que nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sí. Pero ¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistas interiores?»
Así empieza Jakob von Gunten, la tercera novela de Robert Walser, la más amada por el autor, pero también la más discutida e innovadora, escrita en 1909 en Berlín, tres años después de haber dejado el Instituto donde se había educado. Y el gran protagonista de esta «historia singularmente delicada», según un juicio de Walter Benjamin, es el propio Instituto Benjamenta: el alumno Jakob, a través de su diario, nos introduce en todos sus secretos, en sus dramas y pequeñas tragedias y en todos sus misterios, convirtiéndolo en uno de los escenarios más memorables de la literatura del siglo XX.