¡Ciega, ciega! ¡Está muerta, no oye! ¡No sabes de qué paraíso te habría rodeado! ¡Ese paraíso estaba en mi alma y yo lo habría extendido a tu alrededor! Es verdad que no me habrías querido, pero ¿qué importa eso? Habríamos dejado las cosas así, todo habría quedado así. Simplemente me habrías hablado como un amigo, y nos habríamos regocijado juntos, nos habríamos reído alegremente, mirándonos a los ojos. Así habríamos vivido. ¡Y poco habría importado que te hubieras enamorado de otro! Pasearías y te reirías con él, y yo te contemplaría desde el otro lado de la calle… ¡Ah, lo aceptaría todo con tal de que abriera los ojos, aunque solo fuera una vez! ¡Por un instante, nada más que por un instante! ¡Y me mirara como hace unas horas, cuando estaba delante de mí y me juraba que sería una esposa fiel! ¡Ah, una mirada le bastaría para comprenderlo todo!