—Tú tampoco eres… como pensaba.
Fue una confesión silenciosa. No había ningún sonido en la habitación, solo el resplandor vacilante de la llama de las velas.
—¿Habéis pensado en ello?
—Me besaste —contestó Laurent—. En las almenas. Pues claro que he pensado en ello.
Damen no pudo evitar que el placer lo inundara.
—Eso apenas fue un beso.
—Duró bastante.
—Y habéis estado pensando en ello.
—¿Vas a insistir mucho con el tema?
—Sí —dijo, y la cálida sonrisa también fue inevitable.
Laurent guardó silencio mientras libraba una batalla interna. Damen respetó su quietud hasta que el vereciano se obligó a hablar.
—Eras diferente —apuntó Laurent.