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Cecilia Ştefănescu

Relaciones enfermizas

  • Pauliz Gacvhas quoted5 years ago
    Nuestra separación se parecería, lo sabíamos ya entonces, a las horas del sueño vespertino de nuestra infancia: duermes profundamente, sueñas, te mueves un par de veces y cuando te despiertas, te das cuenta de que las cosas están igual que en tu ausencia; quizás un poquito más ordenadas, pero por lo demás, sigues siendo el mismo pedacito de carne andante.
  • Isabel Ruiz Canohas quotedlast year
    a mis tobillos, por debajo de los pantalones, y la punta de sus dedos me transmitían pequeñas señales de amor que me llegaban directamente al estómago y a lo largo de los muslos, como si sus palabras fluyeran por mi cuerpo, formando una colonia viva
  • Marvinhas quoted3 years ago
    Tres, dos, uno… ¡Ya! Dilo, suéltalo todo, confía en ti. No temas que la gente te juzgue duramente. En el fondo, ¿qué te importa esa gente? No te preocupes si más adelante te señalan con el dedo, no dejes de hablar, sin detenerte, cuéntales cómo fue. Pueeees, verán, no es que me haga mucha gracia contarlo, no se me dan bien estas cosas
  • Hugo Cervantes Floreshas quoted3 years ago
    placer me hormiguea la piel. Y no se trata del placer leído en los libros, sino de uno epidérmico, poroso, que se infiltra entre los tejidos y echa raíces
  • Abril G. Karerahas quoted3 years ago
    Para mí, todas las historias de amor eran iguales. No había nada de espectacular en sus enredos, todo el encanto (quiero decir, el encanto de su recuerdo) se quedaba en alguna parte del estómago, como un hueco de aire. Por lo demás, solo eran palabras, palabras, palabras…
  • Abril G. Karerahas quoted3 years ago
    La familia, los niños, la casa en general, se ha ido todo al infierno. Ahora el mundo está en manos de extraños.
  • Abril G. Karerahas quoted3 years ago
    Solo existía el presente, un presente algo pobre y abúlico, que llevaba sobre mis espaldas, dentro de mi mochila de piel, junto a los libros y los cuadernos de la universidad.
  • Abril G. Karerahas quoted3 years ago
    En aquella época, mi madre confiaba en que me iba a convertir, sin duda alguna, en una persona extremadamente importante y no sé cómo se las apañaba, pero conseguía transmitirme su convicción con exactitud, así que poco después de comenzar el instituto, estaba segura de que no solo podía mover los barcos si me concentraba lo suficiente, sino que incluso Dios me hablaba a través de las voces de las paredes.
  • Abril G. Karerahas quoted3 years ago
    cogí un libro al azar y empecé a absorber las palabras, a engullirlas con apetito, sin quitarles la cáscara.
  • Abril G. Karerahas quoted3 years ago
    hasta que sentía que me quedaba en los huesos, reducida a un puñado de mugrientos pensamientos.
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